Germán Butze

Fuera máscaras, hablemos derecho

Germán Butze nació el 11 de febrero de 1912, en la calle Ciprés de la colonia Santa María la Ribera en la Ciudad de México.

Sus padres fueron Germán Butze Barrientos y María Olivier Richardson. En 1925 su padre viajó a Estados Unidos para trabajar en la Standard Oil Co. Falleció durante su permanencia en ese país, dejando a Germán huérfano a la edad de 13 años.

El apellido Butze tiene su origen en Hannover, Alemania.

Estudió la primaria en la escuela Florencio M. del Castillo en la Ciudad de México. Posteriormente, junto con su primo Raúl, pasó una corta temporada en un internado en la ciudad de Pachuca. Desde temprana edad fue notoria su habilidad para el dibujo.

De pequeño vivió algún tiempo en la ciudad de Tampico. Este lugar le sirvió de inspiración para crear el pueblo de Picamosco, bautizado así por los mosquitos que abundaban en ese puerto petrolero. Fueron las casas de los empleados y obreros del lugar las que quedaron plasmadas en sus historietas. Con el tiempo Picamosco tomó la forma de Acapulco. En esta ciudad Germán adoró pasar largas temporadas con su familia.

Cuando su hermano Eduardo se quedó a cargo de la familia, Germán decidió de dejar de estudiar y gracias a sus increíbles habilidades artísticas logró entrar a trabajar en la empresa Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana como encargado del departamento de dibujo.

german butze niño

Poco después fue contratado por la agencia de publicidad del Sr. Winkelmann, quien a partir de ese momento y siendo testigo de su gran habilidad artística, lo estimuló para desarrollar su propia historieta.

Herrerías llegó a la compañía de publicidad donde trabajaba Butze, propiedad de Winkelmann, y le solicitó algún dibujante que realizara una tira cómica o historieta para su periódico. Para sorpresa de Butze, Winkelmann ofreció que se llevara al joven Germán, quien sorprendido titubeó, pero el publicista le dijo que no se preocupara, que si no funcionaba hacer historietas siempre tendría en esa empres su puesto de trabajo.

Las páginas del periódico México al Día, durante la décadas de 1930 y 1940, abundaron con publicidad en forma de historieta de una página creadas por Butze. Entre ellas tenemos registros de Estefanita, Fito Frijoles, Don Blas Llorente y su prole, Un gallego enamorado y seguramente muchas más que sin duda fueron de su autoría, pero que son difíciles de identificar por la falta de su firma y por el paso del tiempo.

caricatura german butze

¡ESTE ES el PAPÁ de los supersabios!

Creador consumado y enorme fuerza imaginativa, gozó haciendo ingenioso el trabajo para publicitar productos. A Butze le divertía la idea de usar seudónimos, como S.T. Alivia en las tiras del Lineamento de Sloan, o Cas K. Bell o Beta Bell para el antiséptico del Dr. Bell. Adoptó con gran maestría el formato historieta para enfatizar el mensaje publicitario.

Durante su estancia en la agencia de publicidad diseñó la imagen de la empresa “Proveedora General Popo”, “El Charrito Pemex“, el corredor de “Mission Orange” un vendedor que gritaba ¡¡Haaay naranjas!! y sus historietas para “High Life”, donde creó a los personajes Memo Migaja y Pinito Pinole.

Junto a su Hermano Waldemar, estudió en la escuela de arte de San Carlos y en La Esmeralda. Su maestro Ignacio Rosas se enorgullecía tanto del talento de Butze para la pintura que trató de involucrarlo en el mundo bohemio del arte. Sin embargo Germán poseía una férrea cultura por el trabajo amén de no sentir  ninguna atracción por la bohemia. Esto hizo que en poco tiempo se alejara de ese ambiente.

Era lector asiduo de Wenceslao Fernández Flores, Enrique Jardiel Poncela y Stefan Zweig. Tuvo también un gusto apasionado para las historietas. Disfrutó en particular la lectura de “Max y Moritz” de Wilhem Busch y después la versión norteamericana “The katzenjammer kids” de Rudolph Dirks. El Ratón Miguelito fue otra de sus obras favoritas.

Mantuvo una gran amistad con Gaspar Bolaños, José Reyes Beiker, Bismark Mier y Abel Quezada. Con este último realizó un viaje en carro por Estados Unidos. Con Gaspar la amistad era tan cercana que ambos se volvieron personajes invitados en sus respectivas historietas. 

Desde joven fue un gran deportista, aficionado a la arquería, el frontenis y al tiro, pero nada disfrutaba más que estar con su familia buceando en Acapulco.

Cuando en 1946 comenzó a trabajar con García Valseca, el Coronel le insistió en llevarse Los Supersabios para la revista Pepín. Butze le respondió que Los Supersabios se quedaban en Chamaco porque tenia un acuerdo verbal con Ignacio Herrerías, hecho cuando éste aún vivía. ¡Y cumpliría su palabra¡

Junto con un amigo ingeniero diseñó y construyó una casa para venderla. Finalmente la casa no se vendió y decidió quedarse a vivir en ella con su familia. En ese hogar nacieron y crecieron sus hijos.

En 1951 la carga de trabajo era aplastante. Publicaba todos los días en Chamaco y las tiras del periódico; además se ocupaba de la pagina dominical y del trabajo publicitario que no había dejado de realizar. Todo esto le provocó un infarto a la edad de 39 años.

Era el primer aviso de que tenía que reducir su ritmo de trabajo.

Con Germán vivían también su madre y su hermano Waldemar, quien también era un gran dibujante. Éste le ayudaba haciendo la letra de las historietas. Su imprevisto fallecimiento en 1959 fue un golpe muy duro para el artista.

Era un fumador empedernido (disfrutaba mucho los Delicados sin filtro) con un estilo de vida sedentario típico de los dibujantes. En febrero de 1960 sufrió una trombosis isquémica en ambas piernas. Tuvo que guardar cama algunos meses con un alto riesgo de perder una pierna. Su fortaleza física y los cuidados de su familia lo sacaron adelante, pero se vio forzado a reducir considerablemente su ritmo de trabajo.

Carlos Vigil, editor de Los Supersabios, le pidió a Butze que en alguna historia Don Severo tuviera un merecido castigo por sus fechorías, argumentando que era una queja y un pedido que hacían los lectores “Había que darle gusto a la gente” decía Vigil. El maestro le contestó: “Yo no hago cuernitos y chilindrinas para que le guste a la gente”. Siempre sostuvo sus historias contadas y hechas a su manera.

Se caracterizó por ser un gran defensor de los derechos de autor, inclusive ates de que estos fueran tema de debate en el medio. En una ocasión, al enterarse que habían quemado sus originales en la editorial (como era de costumbre en aquel entonces) se indignó tanto que les exigió la devolución de todos, diciendo que ellos no tenían derecho a destruir algo que no les pertenecía.

german butze historietista

Butze fue un apasionado coleccionista y un celoso guardián de sus historias, las clasificaba y empastaba con mucho cuidado. Un día prestó un tomo de su colección a Carlos Amador con quien planeaba hacer tres películas. Pasado un tiempo le pidió que se lo devolviera. La respuesta de Amador fue que lo había extraviado. Butze se molestó tanto que nunca más volvió a cruzar palabra con el productor y dueño de la revista Teleguía.

Germán Butze siempre agradeció no haber filmado las películas de Los Supersabios con Amador. Además de haberle perdido la confianza a raíz del episodio del tomo, no estaba de acuerdo con el elenco que interpretaría a sus personajes. No se imaginaba a Fernando Soto “Mantequilla” como Panza, y mucho menos a Andrés Soler como Don Severo. Anuar Badin, productor del largometraje Los Supersabios, inútilmente intentó convencer a Germán que aceptara hacer la película, pero le maestro nunca estuvo de acuerdo. A su fallecimiento la decisión pasó a mano de sus hijos.

En 1978 la película Los Supersabios se proyectó en Italia en el Salone Internazionale dei Comics de la cuidad de Lucca, uno de los festivales de historieta más importante del mundo. El Jurado le hizo un reconocimiento póstumo a Germán Butze por su obra. En México solo se le otorgó en vida el Tlacuilo de Oro en calidad de premio y como homenaje a su carrera el 7 de octubre de 1971.

Germán era un consumido jugador de ajedrez, la gente con la que jugaba decía que no había contrincante más peligroso, y que lo era aún mas cuando le mataban a la reina.

Disfrutaba tocar piezas de piano. Llegó a componer algunas canciones para sus hijos, incluso un vals para su hija Irma, al que llamó como ella.

La música fue una de sus mayores pasiones, amó particularmente las canciones de Agustín Lara, las obras de Isaac Albéniz y Enrique Granados. Otra pasión fue la carpintería. Construyó varios muebles y piezas para el hogar, y una hermosa caja de música para sus hijos.

Los amigos de sus hijos veían en Germán a un compañero más. Muchos visitaban la casa para jugar ajedrez con el “Señor Butze”. El establecía con ellos una amistad franca y cuando aparentaban lo que no eran o hablaban mal de otras personas , les decía “Fuera máscaras, hablemos derecho”, ganándose así su confianza.

Falleció el 24 de julio de 1974 debido a complicaciones de salud derivadas de la diabetes y la trombosis que padeció en los últimos años de su vida.

Le apasionaba profundizar los temas sobre los que luego escribiría sus historias. Agudo observador, era muy usual verlo en los juegos de futbol, o beisbol dibujando sobre su sketchbook, con el trazo rápido e impecable.

Extracto del libro "Los Supersabios. 80 Años" de Luis Gantús

LAS OBRAS

HABLEMOS de Los Supersabios y de lo que representan en la cultura popular mexicana

LOS SUPERSABIOS

PEPE EL INQUIETO